El Circo de Acción Poética funcionó por única vez dos noches tres años atrás.
Lo medular del Circo fueron los Jams de Acción, donde se intentó unificar en
formato jam diferentes áreas artísticas a traves de la acción que implica cada
una, en concreto la danza, la música y la literatura. Este invierno, que como
todos puede ser el último, quisiera volver a ver el circo andar. El sábado 7
está la posibilidad de hacer un jam de acción en Neptunia, como número de una
varieté. Con la finalidad de prepararlo invito a los bailarines, músicos,
poetas y allegados que quieran sumarse a un ensayo de jam este jueves 5 en Casa
Camaleon, Pérez Castellanos 1487, Ciudad Vieja. La acción de los bailarines y
los músicos no es necesario aclararla, unos bailarán y los otros tocarán, ambos
dentro de la improvisación; la acción de los poetas sí es conveniente
descomponerla en tres acciones posibles: recitar un poema propio o ajeno, improvisar
un poema oralmente o escribir un poema durante el jam. Los músicos lleven instrumentos,
los poetas libros, lápiz y papel y los bailarines pantuflas porque es invierno y
ya lo dijo Jardiel Poncela, se mueren más de la gripe que del amor. También
vale aclarar que aunque no puedan ir al jam en Neptunia su presencia en el
ensayo será un buen aporte para potenciar lo que se pueda hacer allá. Cuídense,
ya les dije de qué, y con los que puedan nos vemos el jueves. Les dejo mi teléfono
por cualquier cosa 099 933 119
Agradecimientos personales. Este circo hubiera sido imposible sin la participación, voluntaria e involuntaria, de muchas mujeres, desde mi madre hasta Virginia Lucas, pasando por: Lia Schenck, que me abrió a lo espontáneo, Ruth Ferrari y Mariana Casares, que me abrieron a los jams y a la danza -y me guían junto a Claudia Pisani y Carolina Silveira- y Sandra Míguez, que tuvo la paciencia de aprender a bailar conmigo; en lo literario, Marisa Canut Guevara, que es poema; Eugenia González y sus plataformeras que me hicieron despegar los ojos del libro; Shirley Cotto que mantuvo y mantiene viva la llama de la improvisación; Alicia Preza que la redescubrió; Elizabeth Dib que se la robó a los porteños (ella es bonaerense) y la tiene a resguardo con sus secuaces en Wasabi. Hay una más que me guardo de decir. Pero también hay hombres, desde mi padre que junto a mi madre y mi madrina, Elvira Quinteros, me inculcaron la humildad hacia mí y el respeto y la admiración hacia los demás, hasta Lauro Marauda y Claudio Martínez que reafirmaron esa enseñanza. Y hay más gratitud hacia Claudio que, con Darío Díaz, me permitió convertir una tertulia de vino y Canario Luna (silencio) en una orden caballeresca a la defensa del vino y la poesía y vivimos ese sueño un verano y nos meamos de la risa, (y ya me estaba olvidando de una mujer también, una con la que compartimos el agua y las uvas, María, te nombro así y ya sabés quien sos). Termino con los hombres, porque ya debo estar aburriendo. Vale nombrar a a algunos que soñaron y a otros que llegaron después como si hubieran soñado: Jaime Terra Ripoll, Bernardo Laespiga, Julio Kiss, Alejandro Clavijo, Juan Pablo Preza, Manuel Soriano, Federico Valfré, Nill, Pablo Machado, Mario Calandra, Ricardo Prieto (y silencio) Eduardo de Souza, Gabriel Till y sus descarrilados, Jorge Alfonso, Claudio Vela y si me olvido de alguno me disculpa, yo mismo me estoy aburriendo. Vale nombrar a Fernanda Patrón por todas las mujeres de ese tiempo, a Marizel Repetto por las que vinieron después y a Valeria y a Rita por la que siempre querremos. Ah! Faltaban dos: Julio Melo y Carlos Lobos que me enseñaron el tango y otras dos una tal Natalia, que en una casa de Hermanos Damasceno me lo puso en el cuerpo y Graciela Abeledo que puso el circo para estas noches.
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